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Bodega Séptima. Vinos, cocina y atardeceres de película



La Séptima de la suerte

Todos los números significan algo, pero a lo largo de la historia, el 7 es el que ostenta más simbolismo cultural, intelectual, místico y religioso. Repasemos.

En la secuencia de Isaac Newton habría 7 colores primos en la luz y en el arco iris, en el islam los bebés reciben su nombre el séptimo día después de nacer, para el cristianismo, Dios creó el mundo en siete días.

 

Hay 7 notas musicales, 7 chakras en el cuerpo humano, 7 mares reales e imaginados, 7 edades del hombre según Shakespeare, y si bien se considera tanto un número de la suerte como de la desgracia, para la familia Raventós Codorníu su séptima bodega en el mundo, parece que le ha dado más alegrías que disgustos.

 

Pero más allá de este recurso literario de palabras y significados, elegí hablar de mi experiencia en Séptima, porque de sus vinos me gusta la combinación de cierto clasicismo y sobriedad que expresan, como la innovación que su gastronomía y algunas etiquetas han demostrado en los últimos años. Y, sinceramente, porque no hay nada más lindo que visitar una bodega y que te reciban como en casa, sin pompas ni platillos, pero con compromiso, dedicación y calidez.

 

Herencia y sabiduría

Dicen que la intuición, la sabiduría, la confianza y la idea de la renovación son, entre otros, los rasgos de las personas que tienen presente en su vida el número 7.

 

La génesis de la séptima bodega de Raventós Codorníu, llamada Séptima por obvias razones, comenzó en el año 1999. Una de las bodegas españolas con más historia y prestigio, desembarcó al pie de los Andes, y construyó su nueva casa en 2001 en Agrelo, Luján de Cuyo. Como dato de color se encuentra en la ruta 7, conocida porque en su trayecto se localizan muchas otras bodegas.

 

Raventós Codorníu es una de las familias con tradición en la industria del vino desde 1551, suma más de 465 años haciendo vinos. Si eso no te hace sabio, al menos te hace fuerte, y te da confianza para dejarte llevar por la intuición, para emprender y apostar en otros horizontes.

Así, Raventós Codorníu se expandió hacia otros grandes terruños del Nuevo Mundo con la idea de ampliar y renovar su portfolio. En 1991 en Napa Valley y, luego de considerar diferentes zonas, se decidió en 1999 por el suelo mendocino.

Hoy Raventós Codorníu cuenta con 14 bodegas centenarias, la mayoría en España; como Scala Dei en Priorat un culto al vino tinto catalán, Legaris en Ribera del Duero, y otras.

 

Los vinos y el terroir

Siempre que tengo la oportunidad de dar una charla a los aficionados al vino, me gusta enseñarles que, para beber vinos ricos, no hay que gastar mucho dinero.

Para mí, un vino que ofrece calidad y tipicidad a un precio razonable, es absolutamente un gran vino. Un vino que puedo disfrutar todos los días de la semana o que puede ser parte de mi cava, es uno de los mejores vinos.

 

Además, a esta altura, no me importa decir, que muchas veces me ha tocado vivir una decepción ante algo que prometía mucho. Porque hablando de vinos bien vale el proverbio “mucho ruido y pocas nueces”. Es probable que bodega Séptima no haga mucho ruido, pero estoy convencida, que cumple satisfactoriamente con lo esperado o prometido en calidad.

 

Con una enología impecable, de poca intervención y respetando tanto las características varietales como las del terroir en el que nacen las uvas, se logran los vinos que componen su amplio y surtido portfolio.

 

Todos sus vinos se pueden disfrutar, de la mano de su propuesta gastronómica.

Tanto sus vinos clásicos y actuales, con sentido de pertenencia al terruño y fieles a la identidad varietal como el Gran Reserva Malbec o el 10 Barricas Malbec, otros más innovadores y disruptivos de la línea Confiado, y la zaga de espumosos basada en su know how y tradición en el Cava de Penedés.

 

Atardecer en Séptima

Si vas a Séptima, anda con tiempo. Es el único consejo que te doy, y después déjate llevar por la experiencia.

A través de su menú llamado “5 tiempos”, creado por los chefs Jonathan Montigel y Germán Guyet, vas a recorrer opciones como, ensalada con vegetales regionales y de estación, variedades y texturas en un plato de quesos, roulade de cerdo, filet de ternera, abadejo o lasagna de berenjenas (exquisita para vegetarianos), y de postre ganache de frambuesa. Todo acompañado por vinos los emblemas de la bodega.

 


Si preferís darte un gusto, aprovecha la experiencia "Mesa Sommelier", dónde vas a combinar el menú con vinos de alta gama de la bodega de Mendoza y de España, y con la guía y la compañía de un sommelier.


Y como hay para todos los gustos, también podes disfrutar del bar de copas y tapas, un espacio desestructurado donde podes saborear cualquiera de los vinos españoles o argentinos por copa, con una selección de tapas.


Otro dato, no olvides probar su Vermut Desconfiado, estilo rosso Torino, envejecido en barricas de Rioja; una delicia para los amantes de los aperitivos.

 

Pero si algo no te podés perder, es quedarte a ver el atardecer y sacarte la selfie que será furor en tus redes y la sana envidia de tus amigos, con una copa de espumoso María.


Séptima, debe estar en tu agenda si planeas un viaje a Mendoza, no solo por sus vinos y cocina, por su gente, su corazón, su hospitalidad y porque te harán sentir como en casa.

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