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Tendencias en el mundo del vino (1)
A medida que el 2024 transcurre, las marcas de vino, los restaurantes y bares, y todos los que interactuamos en este negocio, seguimos atentos a las tendencias.
El sector, a pesar de estar saturado y atomizado de marcas, presenta oportunidades y desafíos, especialmente si saben leer y capitalizar las tendencias y el espíritu de estos tiempos.
Vino sin alcohol
Por raro que suene, los vinos sin o bajos en alcohol, experimentaron en los últimos años un enorme aumento en popularidad y no muestran signos de desaceleración. Son una preferencia del consumidor moderno y global.
Estilos de vida más saludables y más conscientes, especialmente entre los Millennials y la Generación Z, aumentan la demanda de estas alternativas.
Son una opción para quienes desean moderar su consumo, a la hora del almuerzo en su día laboral, o bien entre semana. Son elegidos por mujeres embarazadas, conductores asignados o personas con cuidados de salud.
En el mercado global existen opciones que van desde los vinos desalcoholizados completamente, mediante tecnologías permitidas ya aplicadas con éxito en la industria de la cerveza -, o vinos de bajo grado.
La cerveza, desde tiempos de post pandemia, muestran un crecimiento promedio anual del 5% en la categoría, y se espera que se duplique en el futuro.
Los llamados “mocktails” o cocteles sin alcohol, son infaltables en las cartas de bares y restaurantes. Clásicos de la cultura americana, como Shirley Temple (granadina, jugo de limón/lima y ginger-ale), o Arnold Palmer (iced tea y limonada), vuelven a la cancha.
Agricultura regenerativa
El sector vitivinícola está cada vez más comprometido con la causa medioambiental y continúa intensificando sus esfuerzos de sostenibilidad.
Los vinos orgánicos o ecológicos y de viticultura sostenible se han ganado un lugar destacado en la industria, pero ahora mismo vivimos un cambio de paradigma, un nuevo modelo en la gestión de viñedos: la viticultura regenerativa.
Se trata de la viticultura que busca regenerar los suelos, frenar la erosión, fomentar la biodiversidad y luchar contra el cambio climático.
Las bodegas trabajan día a día, para minimizar el impacto ambiental, contribuir positivamente a los ecosistemas locales y captar consumidores jóvenes fieles a las marcas comprometidas con la sostenibilidad.
Cepas ancestrales
Centenares de cepas ancestrales cayeron en el olvido, absorbidas por el ciclón de la uniformidad y las modas. Eran menos productivas, austeras en aroma o color, y no era lo que “demandaba el mercado”. Eran los tiempos del cabernet, del merlot, del chardonnay, y otras.
Hoy son un tesoro enológico, que cada país vitivinícola esta recuperando para salir a competir en un mercado cada vez más desafiante. Son parte de esa biodiversidad, que se busca preservar y recuperar. En muchos casos, se trata de uvas que no solo han sobrevivido, incluso se han mejorado y fortalecido, y se han adaptado al cambio climático.
Muchos nuevos consumidores están dispuestos a aventurarse fuera de los caminos habituales e incursionar en uvas no conocidas hasta ahora, pero no sin historia y legado.
Vino naranja
Si bien el vino naranja existe desde hace miles de años; apenas comenzó a ganar popularidad. Los expertos prevén que las variedades de vino naranja alcanzarán los US67 millones en 2032 a nivel global.
Es un tipo de vino elaborado a partir de uvas blancas en el que las pieles están en contacto prolongado con jugo durante la fermentación, y la posterior crianza. Es la forma más antigua de hacer vino.
Representa atributos hoy valorados: casta antigua, territorio original y método ancestral, la forma más primitiva de hacer vino. Se ganó el corazón de los entusiastas por su sabor distintivo y por esa mirada al pasado. Se aleja de lo convencional y tradicional.
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