top of page

MI AVENTURA

Llegar a una cata de vinos o a una exposición de bodegas, es el punto de partida de un camino sin retorno. Sin embargo, fue en ese preciso momento, el que me sentí tan perdida como alerta; observando como todos giraban la copa, olían a “fresas” o a “pimienta negra” y con aparente acierto decían “malbec con barrica”.

Lo curioso fue, que este desconcierto, lo asumí como un desafío o aventura. Fue algo así como mi big bang, mi camino de iniciación.

FER  240.jpg
#5 (7).png

Pensándolo mejor, mi primer affaire lo fue con el vino argentino. Argentina, país donde nací, es el 5to productor del mundo, desde hace décadas, y esto se traduce en que cada familia, diariamente, sienta a la mesa una botella de vino y especialmente, los domingos de asado o pastas.

Todavía recuerdo mi vasito plástico con la imagen de Sarah Kay (y ya estoy adelantando la edad), servido con unas gotas de vino tinto y muchísima gaseosa, pues era la ración permitida. Pero mi aspiracional, era el vaso alto Durax, con mucho vino y un susto de soda que disfrutaba mi papá. Iban a pasar muchos años, para darme ese gustito.

​

En la adolescencia y en mis años universitarios, disfruté mucho la cerveza rubia y bien fría, una bebida que con el tiempo iba a descubrir su esencia.

#5 (8).png
#5 (9).png

Hasta que llegó un curso de cocina, donde busqué, por un lado, mejorar esas recetas que heredé de una gran cocinera como fue mi mamá, y por el otro, escapar de la rutina. Una compañera que trabajaba en una bodega dio en la tecla. Me sugirió un curso y me regaló un vino de esos que no podía pagar.

Sin pensarlo demasiado, me inscribí a lo que sería el preludio de un aprendizaje que aún persiste. Aclaro que también me tome el vino y mi compañera paso a ser mi mejor amiga.

 

La docente del curso, era una ingeniera agrónoma de enorme trayectoria. Recuerdo perfectamente, como graficó con palabras la vid, esa planta maravillosa y milenaria que da origen al vino, como me habló de sus frutos las uvas tintas o blancas, y de los vinos tintos, blancos o rosados, que se elaboran a partir de la pigmentación que está en la piel. 

Aprendí que, con la misma uva, como el chardonnay puedo elaborar vinos secos o dulces de postre, o bien vinos espumosos con burbujas o vinos tranquilos; que sólo son alternativas enológicas.  Entendí que el malbec, el pinot noir o el sauvignon blanc son cepas, especies de la vid, una planta que adora el sol, y que, si se la mima, nos regala los mejores frutos para hacer grandes vinos. 

 

Me enseño que el agrónomo y el enólogo, son los guardianes del viñedo y los hacedores del vino. Y, ante todo, descubrí que el mundo del vino comprende una diversidad única, gigante y atractiva, que abarca tantos territorios y latitudes como gustos y consumidores. ¿Cómo podía perderme esta oportunidad? 

#5.png
#5 (11).png

Con el paso del tiempo llegaron otros cursos, catas con amigos, salidas a ferias, la formación profesional en Sommellerie, viajes, vendimias, charlas con profesionales de la industria y numerosas oportunidades para seguir aprendiendo.  De entusiasta pase a alumna (de las que aprueban con lo justo), de docente a directora de la carrera de Sommellerie. Y así, lo que comenzó como una aventura en mis ratos libres, se convirtió en un trabajo apasionado y comprometido.

Hoy puedo afirmar que, el vino me abrió caminos, me lanzó a una y mil aventuras, y como a muchos colegas, me cambió la vida.

Fue mi pasaporte para conocer regiones y paisajes, historias y personajes, leyendas y mitos; todo lo que hoy quiero compartir con vos, así como animarte a saborear el encanto del vino argentino y otros vinos y bebidas del mundo.


Te invito a ser parte de un camino de aprendizaje, donde cada copa de vino, cada coctel, cada descorche o encuentro con amigos, sean un momento de celebración. Te invito a tu propia aventura: la aventura de beber.

#5 (12).png
bottom of page